¿Por qué toleramos a Moreno?
Por Miguel Wiñazki
04/07/13 - 20:52
Guillermo Moreno es un insuperable ejemplo de mono con navaja. ¿Por qué soportamos a éste sujeto? Esa es la cuestión. ¿Por qué la democracia tolera a un enemigo de la democracia, de los periodistas y de la inteligencia, a un clown que reparte medias, globos y bobadas, y que no hace reir a nadie? ¿Quién le dio patente a éste zángano intelectual que nada aporta sino vergüenza ajena?
Guillermo Moreno es un idiota moral. No es un improperio sino una vieja categoría filosófica. El idiota moral es idiota pero no inimputable. No hay que subestimar nunca el daño socio político que produce la estupidez humana . Moreno sólo será recordado por sus gritos histéricos, sus amenazas, su apabullante ineficiencia, sus fracasos perpetuos, desde el congelamiento de precios, hasta los CEDINES. Ni siquiera tiene la astucia de encubrir sus más profundas intenciones. No hay profundidad. Todo en él es superficie y militancia contra la razón y la mesura. Muchos funcionarios de su propio espacio lo califican entre susurros que ya son secretos a voces como “el energúmeno”.
¿Por qué delegamos en un burro la economía y la filosofía comunicacional de un gobierno elegido para gobernar y no para patotear?
No es una pregunta solamente para quienes lo encumbraron y le conceden tanto poder.
Es una interpelación política para cada uno de nosotros.
El idiota moral, por Saúl Godoy Gómez
Cuando a alguien se le señala como un idiota moral, no es un insulto, es un término usado en la psiquiatría, la criminología y la ética para señalar una carencia funcional del individuo, al contrario de los idiotas intelectuales, las personas inteligentes suelen sufrir de idiotez moral, se trata de la imposibilidad de diferenciar entre el bien y el mal, por lo general tienen dificultad de internalizar las normas y comportamientos que conllevan a la interacción social, a la armonía en las relaciones y a la consecución del orden, el débil moral actúa por conveniencia dentro de un grupo para lograr sus propósitos, que por lo general es obtener atención y reconocimiento, pero para lograrlo, utilizan el engaño y la trampa, y en casos extremos, el crimen, y cuando al idiota moral se le atrapa y se le confronta con la evidencia de sus intrigas y falsedades, es incapaz de reconocer que hiso mal, al contrario, sigue mintiendo y señalando a otros como culpables.
Este cretinismo tiene dos variantes, o viene dado por deficiencias fisiológicas o es un comportamiento inducido. Carentes de conciencia, es imposible que el idiota moral sienta remordimiento por sus acciones, lo que los hace un peligro para la sociedad, sobre todo luego de que unos principios ideológicos sustituyen las normas morales.
Cuando el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Garfield, fue asesinado por Guiteau en 1881, el médico asignado para hacerle un reconocimiento psiquiátrico al magnicida, fue el el Dr. Bucke, Superintendente del Asilo para Dementes de London, Ontario, y en las actas del juicio declaró: “Cuando un hombre nace con deficiencias en sus facultades mentales decimos que es un tonto. Si carece totalmente de estas facultades lo llamamos un idiota. Cuando un hombre es deficiente en sus cualidades morales, es un criminal- en su naturaleza cuando no en hechos; si tiene carencia total de cualidades morales es un idiota moral.”
Guiteau fue ejecutado, haciéndose constar que no era un castigo por su crimen, ya que se castiga a quien puede arrepentirse, sino un acto de la sociedad por eliminar un peligro irremediable.
Eichmann, el criminal de guerra nazi, también fue declarado un idiota moral durante su juicio, insistiendo que sus acciones eran motivadas por su patriotismo y para la grandeza de Alemania, fue imposible que comprendiera que sus crímenes eran una ofensa en contra de la humanidad.
Lenin fue el primer idiota moral que reconoció que para el triunfo de la revolución socialista en el mundo, todo vale, el marxismo-leninismo preconiza que la corrupción de la sociedad burguesa es el camino más rápido para hacer una revolución, en uno de sus escritos Davidovich Bronstein (Trotski) dijo: “Es moral todo lo que sirve para destruir a la vieja sociedad explotadora, para unir a todos los trabajadores en torno a un proletariado que está creando una nueva sociedad comunista… lo mejor es corromper, lo mejor es corromper.”
El otro gran ejemplo de un idiota moral y que pertenece a la literatura universal, fue el Dr. Víctor Frankestein, y que para Harold Bloom resume esta particular patología, este gran científico tenía entre sus manos un dilema que resolvió de la peor manera, aún siendo un genio carecía de visión moral y cuando bajó la palanca en su laboratorio, y la electricidad le dio vida al monstruo que había creado, marcó la ruina y el desastre para él y los suyos.
Todo comenzó cuando la editora de Economía del diario Clarín, Silvia Naishtat, le preguntó sobre la política de precios y el desabastecimiento. Moreno primero reaccionó tranquilo pero no quiso hablar. Naishtat intentó varias veces obtener una respuesta profesional y objetiva. Para entonces, varios periodistas habían seguido a Moreno, entre ellos el jefe de la sección "El País" de Clarín, Walter Curia.
Moreno dijo "basta" con la mano trenzada a la de Cascales, que ya sonreía incómoda. También la periodista Naishtat, quien no hizo otra cosa que insistir con una pregunta a un funcionario dificil de encontrar. Su presencia en la embajada era una oportunidad para hacer preguntas que el Gobierno no suele contestar. “Vos deberías pedirme permiso y decirme... señor secretario, ¿usted quiere hablar conmigo?", la increpó él cambiando inesperadamente de estado de ánimo, como enloquecido. Hasta parecía actuar el papel de villano. Primero hubo risas incrédulas de los periodistas. Pero empezó a gritar, tras lo cual Curia reaccionó pidiendole que no le levantara “la voz a la señora”. Moreno cambió el foco y le preguntó al editor “¿Y vos quién sos? Preséntese”.
“Soy Walter Curia, del diario Clarín, defiendo a la señora porque es mi compañera”. Entonces, ahí Moreno siguió con su furia. Cascales, se hizo a un costado, miró a un hombre que parecía un custodio y se escabulló. El ánimo de Moreno empeoró. “¡Vos no sos una señora. Vos sos periodista de Magnetto! ¿Saben lo que son ustedes? Son empleados de Magnetto. Ustedes tienen las manos manchadas de sangre. Los periodistas de Magnetto tienen las manos manchadas de sangre”, gritaba mientras los invitados estaban estupefactos, porque además en otro salón la embajadora Martínez ya había empezado su discurso. Algunos miraban desde allí confundidos por los gritos.
Marina Aizen, periodista de la revista Viva, tuvo una reacción instintiva: le exhibió las manos a Moreno para mostrarle que no tenían sangre. Y que tampoco la tienen ninguno de los compañeros de Naishtat, de Curia, y de todo el diario Clarín. En tanto, Curia se limpió la barbilla y le dijo "bueno, Moreno, pero me está escupiendo". Pero el Secretario siguió. Y le dijo a otro periodista que era testigo, siempre a gritos: “¡Le voy a decir a la embajadora. Le voy a decir a la embajadora! ¡Vos, decile a la embajadora”, insinuando que pidiera no invitar más a los periodistas de Clarín al cóctel.
Después entró a otro salón donde había periodistas de medios oficialistas y con los que, ya terminado el trance, decidió hacerse el simpático. Se sacó fotos, y repartió besos. A la periodista Cristina Pérez, de Telefé, le preguntó primero desconfiado por qué le sacaba fotos (con el celular) y ella objetiva y respetuosamente, le dijo que “para informar”. Según contó Perez en su cuenta de Twitter, le preguntó al secretario por qué había discutido con colegas. “Me dijo q si eran de Clarin tenian las manos manchadas con sangre. Le dije que tal vez pensaban distinto. Me dijo que eran casi complices” tuiteó la periodista.
Cuando
Moreno se refiere a las manos "manchadas con sangre" está hablando de
sus acusaciones por Papel Prensa, en las que la Justicia nunca pudo
avanzar.
Gregorio J. Pérez Almeida
Desilusiónense los valientes, pero este no es un artículo contra el presidente Chávez. Hablaremos de algo aún más grave: un tipo humano que vive entre nosotros a sus anchas, como prueba fehaciente de que la "apatía moral" es la atmósfera dominante de nuestro tiempo y ha sido, según Norbert Bilbeny, el aldo de cultivo del pecado capital del siglo XX: el genocidio. Ese tipo humano se conoce con el término idiota moral, que califica a quien, incluso dotado de un buen coeficiente intelectual, "muestra incapacidad para distinguir entre el bien y el mal". Sus modelos son los nazis, individuos inteligentes y bien instruidos que, al igual que los seguidores de Stalin, fueron responsables del asesinato de millones de personas (N. Bilbeny, El idiota moral, Edit. Anagrama, 1993) Según Bilbeny, el siglo XX desmiente una antigua creencia de Occidente que asegura que quien conoce el bien, o está al menos en condiciones de pensar, no comete el mal, o dicho con otras palabras: "que el buen entendedor es también buena persona". Esta creencia queda pulverizada con el caso del filósofo alemán Martín Heidegger, "quien poseedor de un genio comparable al del Aristóteles, abrazó convencidamente la causa del nazismo". O, sin tener que ir tan lejos, con aquellos médicos bien instruidos en universidades de primera, que son capaces de realizar una operación innecesaria a algún paciente, para obtener dinero rápido con que satisfacer algún capricho personal... o para superar algún déficit familiar.. El estudio de este "tipo" humano, comenzó cuando Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS, fue enjuiciado en Jerusalén, en 1960, y una mujer judía, sensible y culta, logró comprender, mediante el análisis de la personalidad del acusado y de su contexto social y político, la esencia del comportamiento de los nazis. Ella era Hannah Arendt y el libro con el que dio a conocer su estudio se intitula Eichmann en Jerusalén. Un estudio objetivo sobre la banalidad del mal (Edit. Lumen, 1999). En él demuestra que durante el juicio resultó evidente que Eichmann no era un Yago ni un Macbeth, y que nada pudo estar más lejos de sus intenciones que resultar ser un villano, pues carecía de motivos, salvo aquellos demostrados por su extraordinaria diligencia en orden a su personal progreso y, en sí misma, tal diligencia no era criminal, ya que Eichmann hubiera sido absolutamente incapaz de asesinar a su superior para heredar su cargo. En definitiva, dice Arendt en palabras llanas: "Eichmann, sencillamente, no supo jamás lo que hacía" (p.434).
Y esta es la característica esencial del idiota moral, no sabe lo que hace, ni por qué lo hace, es decir, no piensa, aunque como todo hombre "normal", está dotado de la capacidad para hacerlo, esto es, está dotado de la capacidad para distinguir entre el bien y el mal, pero no hace uso de ella. ¿Por qué no la utiliza? He ahí el asunto interesante, porque la presencia de este tipo humano entre nosotros, nos hace pensar que nuestra sociedad los necesita para sostenerse, tanto como los chinos necesitan el arroz para mantener su dieta y no pensar se ha convertido en una actitud corriente. El idiota moral tiene 4 mecanismos que podríamos catalogar de defensa y que se expresan en algunas locuciones frecuentes. Ellos son: 1. El aprendizaje de la negación de los hechos: "nunca dije tal cosa", "jamás he actuado de tal forma", etc; 2. El uso del lenguaje eufemístico: "la banca me engañó", "no leí bien antes de firmar el documento", etc; 3. El hábito de superación de la ansiedad: "a pesar de las acusaciones, tengo mi conciencia tranquila", y, 4. La inviolable costumbre de actuar cumpliendo órdenes: "hemos actuado siempre aferrados a la letra y al espíritu de las leyes". De esta manera, estos idiotas se muestran como personas "irrefutables" a la hora de enfrentar un juicio en su contra y muy difícil sacarlos de sus casillas. La historia de los nazis nos demuestra que el idiota moral está unido a la corrupción. Mientras Eichmann se afanaba en cumplir las órdenes, su jefe Himmler se dedicaba a vender permisos de salida a los judíos eslovacos, a cambio de una suma en moneda extranjera. No significa esto que todo idiota moral sea un corrupto. Lo que significa es que están inmersos en un régimen de corrupción que les evita la crisis de conciencia, porque cuando la corrupción se convierte en política oficial, entonces no hay corruptos, sino individuos hábiles para los negocios. Por esto en Venezuela es difícil detectar a los idiotas morales, porque la corrupción se generalizó borrando las fronteras entre lo moral y lo legal, confundiendo tentación con coacción, con lo que elaboraron otro argumento que se expandió fácilmente entre los aprendices de idiota y que consiste en asegurar que "nadie sabe si es corrupto o no hasta que no lo pongan donde hay". De manera que mucha gente afirma que no sabe si es o no corrupta, porque todavía no han estado en situación de probarlo. Así, la tentación, cuyo poder depende de la conciencia moral y de la fuerza de voluntad del individuo, se asume como si tuviese el carácter coercitivo de la norma, o de la ley. Y lo justifican diciendo: la tentación fue demasiado fuerte..., además, si no me lo cogía yo... se lo cogía otro. Son estos los sujetos que están siempre dispuestos, con la mejor intención, a corromper cualquier proyecto revolucionario o de regeneración social.
ENLACES/FUENTES:El Idiota Moral
Gregorio J. Pérez Almeida
Desilusiónense los valientes, pero este no es un artículo contra el presidente Chávez. Hablaremos de algo aún más grave: un tipo humano que vive entre nosotros a sus anchas, como prueba fehaciente de que la "apatía moral" es la atmósfera dominante de nuestro tiempo y ha sido, según Norbert Bilbeny, el aldo de cultivo del pecado capital del siglo XX: el genocidio. Ese tipo humano se conoce con el término idiota moral, que califica a quien, incluso dotado de un buen coeficiente intelectual, "muestra incapacidad para distinguir entre el bien y el mal". Sus modelos son los nazis, individuos inteligentes y bien instruidos que, al igual que los seguidores de Stalin, fueron responsables del asesinato de millones de personas (N. Bilbeny, El idiota moral, Edit. Anagrama, 1993) Según Bilbeny, el siglo XX desmiente una antigua creencia de Occidente que asegura que quien conoce el bien, o está al menos en condiciones de pensar, no comete el mal, o dicho con otras palabras: "que el buen entendedor es también buena persona". Esta creencia queda pulverizada con el caso del filósofo alemán Martín Heidegger, "quien poseedor de un genio comparable al del Aristóteles, abrazó convencidamente la causa del nazismo". O, sin tener que ir tan lejos, con aquellos médicos bien instruidos en universidades de primera, que son capaces de realizar una operación innecesaria a algún paciente, para obtener dinero rápido con que satisfacer algún capricho personal... o para superar algún déficit familiar.. El estudio de este "tipo" humano, comenzó cuando Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS, fue enjuiciado en Jerusalén, en 1960, y una mujer judía, sensible y culta, logró comprender, mediante el análisis de la personalidad del acusado y de su contexto social y político, la esencia del comportamiento de los nazis. Ella era Hannah Arendt y el libro con el que dio a conocer su estudio se intitula Eichmann en Jerusalén. Un estudio objetivo sobre la banalidad del mal (Edit. Lumen, 1999). En él demuestra que durante el juicio resultó evidente que Eichmann no era un Yago ni un Macbeth, y que nada pudo estar más lejos de sus intenciones que resultar ser un villano, pues carecía de motivos, salvo aquellos demostrados por su extraordinaria diligencia en orden a su personal progreso y, en sí misma, tal diligencia no era criminal, ya que Eichmann hubiera sido absolutamente incapaz de asesinar a su superior para heredar su cargo. En definitiva, dice Arendt en palabras llanas: "Eichmann, sencillamente, no supo jamás lo que hacía" (p.434).
Y esta es la característica esencial del idiota moral, no sabe lo que hace, ni por qué lo hace, es decir, no piensa, aunque como todo hombre "normal", está dotado de la capacidad para hacerlo, esto es, está dotado de la capacidad para distinguir entre el bien y el mal, pero no hace uso de ella. ¿Por qué no la utiliza? He ahí el asunto interesante, porque la presencia de este tipo humano entre nosotros, nos hace pensar que nuestra sociedad los necesita para sostenerse, tanto como los chinos necesitan el arroz para mantener su dieta y no pensar se ha convertido en una actitud corriente. El idiota moral tiene 4 mecanismos que podríamos catalogar de defensa y que se expresan en algunas locuciones frecuentes. Ellos son: 1. El aprendizaje de la negación de los hechos: "nunca dije tal cosa", "jamás he actuado de tal forma", etc; 2. El uso del lenguaje eufemístico: "la banca me engañó", "no leí bien antes de firmar el documento", etc; 3. El hábito de superación de la ansiedad: "a pesar de las acusaciones, tengo mi conciencia tranquila", y, 4. La inviolable costumbre de actuar cumpliendo órdenes: "hemos actuado siempre aferrados a la letra y al espíritu de las leyes". De esta manera, estos idiotas se muestran como personas "irrefutables" a la hora de enfrentar un juicio en su contra y muy difícil sacarlos de sus casillas. La historia de los nazis nos demuestra que el idiota moral está unido a la corrupción. Mientras Eichmann se afanaba en cumplir las órdenes, su jefe Himmler se dedicaba a vender permisos de salida a los judíos eslovacos, a cambio de una suma en moneda extranjera. No significa esto que todo idiota moral sea un corrupto. Lo que significa es que están inmersos en un régimen de corrupción que les evita la crisis de conciencia, porque cuando la corrupción se convierte en política oficial, entonces no hay corruptos, sino individuos hábiles para los negocios. Por esto en Venezuela es difícil detectar a los idiotas morales, porque la corrupción se generalizó borrando las fronteras entre lo moral y lo legal, confundiendo tentación con coacción, con lo que elaboraron otro argumento que se expandió fácilmente entre los aprendices de idiota y que consiste en asegurar que "nadie sabe si es corrupto o no hasta que no lo pongan donde hay". De manera que mucha gente afirma que no sabe si es o no corrupta, porque todavía no han estado en situación de probarlo. Así, la tentación, cuyo poder depende de la conciencia moral y de la fuerza de voluntad del individuo, se asume como si tuviese el carácter coercitivo de la norma, o de la ley. Y lo justifican diciendo: la tentación fue demasiado fuerte..., además, si no me lo cogía yo... se lo cogía otro. Son estos los sujetos que están siempre dispuestos, con la mejor intención, a corromper cualquier proyecto revolucionario o de regeneración social.
http://www.clarin.com/politica/toleramos-Moreno_0_949705418.html
http://www.clarin.com/politica/Nuevo-Moreno-periodistas-Clarin-EEUU_0_949705349.html
http://www.clarin.com/tema/guillermo_moreno.html
http://www.filosofia.mx/index.php?/foros/viewthread/1314/
http://www.kalathos.com/jun2000/el_idiota_moral.html
http://www.youtube.com/results?search_type=videos&search_query=guillermo+moreno&search_sort=video_date_uploaded
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