Angeles y el reino de la noticia deseada
Por Jorge Lanata
29/06/13
Rocío Abigail Juárez tenía 22 años. Su cadáver se encontró el 4 de junio en Zárate: había sido violada, asesinada de un balazo en la cabeza y luego quemada.
Siete días después, el martes 11 de junio, apareció el cadáver de Angeles Rawson en la CEAMSE de José León Suárez. Estaba desaparecida desde el lunes. Son por demás conocidos los detalles de esta historia: el caso Angeles sufre de exceso de detalles. Lleva semanas en la prensa y representa lo que Miguel Wiñazki bautizó como “La noticia deseada” en el libro que lleva ese título.
En el ensayo, Wiñazki analiza tres casos: el asesinato de Alfredo Yabrán, la muerte de Carlos Menem junior y el caso de los hijos del ex presidente Fernando de la Rúa.
En los tres, pese a las pruebas, el público generó una noticia diferente a la realidad. A pesar de que hemos mostrado las fotos de la autopsia de Yabrán por televisión –en América, durante un ciclo titulado “Por qué”– hay quienes todavía piensan que Yabrán está vivo y disfrutando de sus millones.
En el caso de Junior, se demostró que los impactos de bala en el helicóptero en el que viajaba se habían producido después del accidente, pero muchos sostienen aún hoy que se trató de una venganza contra su padre.
Y en cuanto a los hijos de De la Rúa copiándose sus exámenes, nadie lo creyó: en aquel momento –del primer diario Perfil– el público necesitaba creer en la honestidad del entonces presidente. “Esta era una noticia no deseada”, dice Wiñazki.
“Cuando falta información adviene la noticia deseada porque todo el mundo teje hipótesis. La noticia deseada es siempre la hipótesis más escatológica, macabra y en general relacionada con la conspiración. Y el periodismo, a veces, se doblega frente a la noticia deseada y se entrega a la opinión publica”, concluye.
Nadie decepciona sus propias expectativas.
“La gente tiene un culpable, ya decidió –le dice a Clarín Ricardo Canaletti, periodista de larga trayectoria en Policiales–; este caso es la peor publicidad que se le puede hacer al juicio por jurados, cosa que lamento, porque la gente ya tiene un preconcepto. No se la ha preparado”.
–Pero, y entonces: ¿fue el padrastro?
–No lo sé. Lo que me interesa ver es que el público está absolutamente empeñado en que no fue el portero. ¿Basado en qué? En la cara de ambos. La intuición general atrasa un poco: remite a Cesare Lombroso (Verona, 1835-Turín, 1909), un médico y criminólogo italiano representante del positivismo criminológico, llamado en su tiempo Nueva Escuela. Para Lombroso el delincuente tenía, siempre, tendencias innatas de orden genético, y éstas podían detectarse en los rasgos físicos: asimetrías craneales, formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc. Para decirlo de otro modo: había “ojos de asesino”, “boca de violador”, “nariz de ladrón”. “Para los criminales natos adultos no hay muchos remedios –escribió Lombroso en “Le piu recenti scoperte ed applicazioni della psichiatria ed antropologia criminale”–, es necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad se torna demasiado peligrosa”.
El público persiguiendo la noticia deseada y los medios en búsqueda del rating se niegan a ver las evidencias que involucran al portero, a saber:
1) Su declaración testimonial: el sábado 15, el encargado reveló: “El responsable de lo de Ravignani 2360 fui yo. Mi señora no tuvo nada que ver con el hecho”.
2) Las pericias indicaron que el perfil genético encontrado en los restos de piel hallados debajo de la uña de tres dedos (índice, mayor y anular) de la mano derecha de Angeles corresponde al ADN de Mangeri. “La ciencia coloca a Mangeri en la escena del crimen”, dijo Pablo Lanusse, abogado del padre de la víctima.
3) Mangeri incurrió en continuas contradicciones. “Tenía el cuerpo lleno de marcas, que podían haber sido realizadas por la víctima durante su defensa ante un ataque. Presentaba lesiones autoproducidas, posiblemente para enmascarar aquéllas que habría sufrido inicialmente con motivo de la violencia que ejerció contra la menor”, dijo la fiscal María Paula Azaro.
4) Los peritos del Cuerpo Médico Forense de la Corte establecieron que las lastimaduras que tenía el portero en su cuerpo no se correspondían con “torturas”, como él mismo había denunciado.
5) Mangeri aseguró que el día del crimen no salió de su departamento por un malestar estomacal. Se contradice con la declaración de un taxista que dijo que ese día lo trasladó durante cinco cuadras. El horario del viaje coincide con el momento en que se apagó el celular de Angeles, a las 21.50.
6) Durante su declaración testimonial, Mangeri dijo que trabajó martes, miércoles y jueves de la semana pasada en la obra de un edificio vecino. Pero el encargado suplente dijo que no lo vio.
7) Dominga Trinidad Torres, empleada doméstica, dijo que Angeles no fue a su casa el día que desapareció. Para la Fiscalía significa que Angeles ingresó al edificio, pero no al departamento.
8) Dos mujeres denunciaron que Mangeri era acosador.
9) Los vecinos coincidieron en que, el día del crimen, Mangeri les pidió por el portero eléctrico sacar la basura dos horas antes de lo habitual.
Nunca nada alcanza: “Fue el padrastro”, repite el público. “Debe haber sido”, insisten los medios atentos al minuto a minuto.
Del otro lado del televisor, millones de personas que no creen en absoluto en la Justicia ni en la Policía –y hacen bien en ser escépticos– asisten perplejos al desarrollo de esta novela de la vida real.
“Es un ángel que tiraron a la basura –le dijo a Clarín la psicóloga Silvia Alejandra Braida–; la gente no puede salir del asombro y la perplejidad. La fantasía social que se generó remite al ángel muerto. Algo difícil de tolerar, una situación que produce mucha vulnerabilidad”.
Si fue el padrastro, el miedo se circunscribe: todo queda en una familia enferma. Pero si fue el portero, si el portero mató al ángel y lo tiró a la basura, ¿qué hacemos con el miedo?
Investigación: JL/María Eugenia Duffard/Amelia Cole
La cuestión es que la utilización de este crimen para tapar TODO ha sido fenomenal.
Las Inundaciones en La Plata, La Ruta del Dinero K, el choque de trenes en Castelar.
TODO tapado por un crimen, uno de miles que hay por año. Ni más ni menos.
Dos décadas, más de 54.000 asesinatos
Desde 1991 hasta 2009, año de la última estadística oficial dada a conocer, hubo un promedio de siete muertes violentas por día
Durante los últimos 22 años fueron asesinadas, en promedio, siete personas por día en la Argentina. Según las estadísticas oficiales, entre 1991 y 2009, más de 50.000 personas fueron víctimas de homicidios en nuestro país. Y si se toma en cuenta que el año pasado la ministra Nilda Garré admitía que, aun siendo "una de las más bajas del continente", la tasa de homicidios rondaba los 5,5 cada 100.000 habitantes, habría que sumar a aquella tremenda cifra no menos de 4000 muertes violentas.
La última estadística oficial de delitos del país publicada por el Poder Ejecutivo Nacional es la de los hechos de 2009, que llevó la serie evolutiva a 50.214 homicidios dolosos. No obstante, la semana pasada el secretario de Seguridad Interior, Sergio Berni , mencionó que en la Capital la tasa de homicidios era de "cinco cada 100.000 habitantes", lo que convertía a la ciudad de Buenos Aires en "una de las más seguras de América".
En 2009, la tasa de homicidios dolosos argentina llegó a 5,5, pero excluyó los casos de Buenos Aires, la provincia con mayor cantidad de hechos y que históricamente hace crecer la tasa promedio nacional.
A partir de 2007 la cantidad de homicidios creció; ese año hubo 2071 asesinatos; al siguiente, 2305 homicidios, y en 2009, 2543 casos. A partir de ese momento, el Gobierno dejó de difundir las estadísticas.
No se trató de una medida casual. Esa decisión tuvo su origen en julio de 2003 y se repitió en los siguientes años. Apenas dos meses después de asumir como presidente, Néstor Kirchner ordenó retener la estadística sobre el total de los delitos en todo el país y pidió que se rehiciera el estudio.
Según se explicó en ese momento, las cifras presentadas no reflejaban la realidad porque presentaban supuestos problemas metodológicos de evaluación. Entre los funcionarios del área de Seguridad también se argumentaba: "Si un año antes hubo 10 delitos y en la actualidad hay 15 en un determinado lugar no significa que haya un aumento del 50%, sino que quizá la gente denuncia más".
"No estamos en los peores índices. La Argentina está junto con Chile en los primeros lugares de sensación de inseguridad. Debido a los mecanismos mediáticos, la gente ve muchas cosas que la angustian; algunas de esas noticias son bienintencionadas y otras no. Todo eso aumentó la sensación de inseguridad . Hace dos años se publicó una tabla y se enumeran los 50 ciudades más violentas del mundo. La Argentina no figura entre la lista", sostuvo Garré.
Aunque pasaron más de tres años, en la página oficial del Ministerio de Justicia de la Nación la estadística sobre la cantidad de homicidios ocurridos en 2009 en todo el país sigue incompleta debido a que le faltan los datos de la provincia de Buenos Aires. Esas cifras figuran en el sitio oficial de la Procuración ante la Suprema Corte de Justicia bonaerense; al sumar ambos parciales se llega al total de 2543 homicidios registrados en 2009 en todo el país.
Según las estadísticas oficiales, en 2002 se registró la mayor cantidad de homicidios de los últimos 20 años. Ese pico de 3453 asesinatos coincidió con la crisis posterior al corralito. En 2002 fueron asesinados 90 policías en nuestro país, la mayor cifra desde el retorno de la democracia. También fue el año de los secuestros, con 380 casos denunciados en el país.
Por entonces, debido a la desconfianza que los ahorristas tenían en los bancos, mucha gente guardaba el dinero en sus casas. Esta circunstancia no fue ignorada por los delincuentes, que, como ahora, comenzaron a irrumpir en las viviendas.
También proliferaron las bandas de secuestradores, que elegían como víctimas no sólo a empresarios o ejecutivos de firmas de primera línea, sino también a vecinos de los tradicionales barrios de clase media.
El cambio en el perfil de las víctimas de los secuestros se produjo a raíz de la resolución que impuso límites al retiro de dinero de los bancos y a la tendencia de la gente de atesorar dinero en sus casas.
Ante la devaluación del peso, en 2002, aumentaron los robos de los jubilados extranjeros que cobraban pensiones en euros o dólares. Así se llegó a que en 2007 fueran asesinados 69 jubilados en asaltos.
En 2009 y 2010, los delincuentes encontraron una modalidad que les permitía obtener un importante botín con poco riesgo. Entonces, se repitieron las salideras bancarias.
Así se llegó a 2012, donde la economía volvió a experimentar restricciones, esta vez, a las operaciones con dólares, la gente volvió a "ahorrar" en sus hogares y recrudecieron los asaltos en viviendas en "entraderas" cada vez más violentas, al extremo de que en los últimos dos meses hubo 30 homicidios ocurridos en robos con esa modalidad delictiva.
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ENLACES/FUENTES:
http://caballitodepie.blogspot.com.ar/
http://cancerdeque.blogspot.com.ar/2012/04/el-gobierno-recupera-el-51-del-cadaver.html
http://lasombradelespectaculo.wordpress.com/2013/06/28/todas-las-fotos-de-angeles-rawson-publicadas-en-el-diario-muy/
http://maguila-y-yo.blogspot.com.ar/2013/05/de-peron-y-gina-lollobrigida-nestor.html
http://quitarvelo.wordpress.com/tag/argentina/
http://www.clarin.com/opinion/Angeles-reino-noticia-deseada_0_946705410.htmlv
http://www.lanacion.com.ar/1496589-dos-decadas-mas-de-54000-asesinatos
http://www.lanacion.com.ar/autor/gustavo-carabajal-132
http://www.youtube.com/user/javiersmaldone/videos?sort=p&view=0&flow=grid
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