Otro que se puso en chistoso es el
siempre efectivo Carlos Kunkel, que en un rapto de histrionismo
humorístico, fustigó a Ricardo Gil Lavedra por haber jurado ante el
Estatuto Militar para desempeñarse como Procurador ante la Corte Suprema
en plena dictadura. Si bien es cierto, que un kirchnerista venga con
este planteo, cuando tienen a Eugenio Zaffaroni como estandarte, es un
poco como mucho. Eugenio, que juró como Juez Federal en lo Criminal
durante el gobierno de Isabelita, no tuvo problemas en asumir como Juez
Nacional de Sentencia un año después, ya en dictadura. Tenía cancha,
dado que fue Juez de Cámara de la Provincia de San Luis durante la
trilogía Onganía-Levingston-Lanusse. Las formas se habían puesto un poco
más exigentes, pero Zaffaroni le puso garra y juró defender y observar
el cumplimiento del Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional, el
Acta para el Proceso, el Acta de Propósitos y lo que quedaba de la
Constitución, en ese orden.
Obviamente, al actual ministro de la Corte Suprema no le genera ningún cargo de consciencia, y hasta lo pone en su curriculum vitae, disponible en la página de la Corte. ”Fue un partícipe necesario de las atrocidades de Videla, porque sin una cobertura jurídica era muy difícil ejercer un gobierno como lo hizo”, afirmó el diputado Kunkel, aunque no se refería a Zaffaroni, sino a Gil Lavedra. Nosotros no fuimos, fueron los otros.
Obviamente, al actual ministro de la Corte Suprema no le genera ningún cargo de consciencia, y hasta lo pone en su curriculum vitae, disponible en la página de la Corte. ”Fue un partícipe necesario de las atrocidades de Videla, porque sin una cobertura jurídica era muy difícil ejercer un gobierno como lo hizo”, afirmó el diputado Kunkel, aunque no se refería a Zaffaroni, sino a Gil Lavedra. Nosotros no fuimos, fueron los otros.
Otra joda bárbara fue la protagonizada
por Víctor Hugo Morales, a quien la CNN puso al aire para preguntarle,
sin piedad, sobre el informe de Lanata, el cual se exhibió a la misma
hora en la que salía su megatanque de 2,5 puntos de rating. Victor Hugo
se ofendió al ser calificado como “el relator del gobierno”, dado que se
define como un periodista libre que discrepa en muchas cosas con el
oficialismo y acuerda en otras. Sondeos recientes estiman que el
porcentaje de discrepancia-acuerdo del locutor yorugua rondaría en un
0,1% para la primera opción y un 99,9% para la segunda, con un margen de
error del 0,1%. Así y todo, Morales tuvo tiempo para demostrar su
poderío cuando recordó, contento, que este último domingo presentó un
video con el que pretendió desacreditar la tergiversación que las
corporaciones mediáticas efectuaron, mediante ediciones, respecto del
Dalai Guillermo Moreno y su intervención en la asamblea del Grupo
Clarín. El videito en cuestión presentó a un Guillote más autoritario
que nunca, a las puteadas limpias y al borde de un embarazo psicológico
de la calentura que llevaba encima, con lo que quedó demostrado que la
corpo le hizo precio con la edición.
El toque de humor barrial, picarón y
cómplice de la semana lo aportó el compañerazo Rudy Ulloa Igor, quien
ante las sospechas sobre su progreso económico que lo llevó de laburar
de chofer estatal a ser un millonario empresario, afirmó que en este
país no le perdonan el éxito. “De Néstor aprendí que se puede cambiar el
mundo y que todo puede hacerse”, afirmó el exitoso, ante las risas
generalizadas, y levantó sospechas sobre su costado espiritual, puesto
que no llego a cambiar el mundo, pero le metió garra con eso de mejorar
primero el suyo.
Los
que también pusieron empeño a la hora de levantarnos el ánimo fueron la
exfuncionaria de la Alianza Diana Conti y el enemigo de la Alianza
Edgardo Depetri, quienes además de coincidir en la formación marxista
-con todo respeto, no quiero que se ofendan por lo que antes les
enorgullecía- ahora también coinciden en que Aimée Boudou es un
candidatazo para reemplazar a Cristina en la presidencia en 2015, sin
importar su magister del CEMA, su militancia derechosa universitaria ni,
mucho menos, su presunta facilidad para hacerse amigo de lo ajeno.
Lejos de menospreciar, hay que reconocer que no le pifian a la hora de
afirmar que el actual Vicepresidente es un tipo que puede representar al
kirchnerismo: un pasar económico injustificable, un domicilio en Puerto
Madero y el sacrificio ritual de todo lo que dijo representar en el
pasado, para dibujarse un presente nacional y popular. Con esta
propuesta de candidato, más el bolazo de la hija de Albistur para
legisladora por la Ciudad y Florencia Peña no sabemos para qué, queda
claro que al gobierno del florecimiento de las mil flores le falló el
jardinero.
Ahora empezaron a correr la bola -algunos
periodistas inocentes, otros políticos chistosos- que el cambio de
gestión presidencial vendrá acompañado de una revisión del dinero mal
habido. No dudo que en la clase dirigente existe algún que otro
funcionario, legislador o dirigente honesto, de hecho, creo -si mal no
recuerdo- haber conocido alguno. El mayor problema con nuestros
políticos no es que tengan el vaso medio lleno o medio vacío, sino que
esa mitad del contenido es de honestidad, o de capacidad, nunca de las
dos cosas juntas. Acá es imposible encontrar a uno con todas las
cualidades, y si lo hubiera, tendría que hacerse cargo de la
Presidencia, ocupar todos los ministerios, levantar la mano en el
congreso, atender la mesa de entradas de todas las oficinas y servirse
el café en soledad. No es que descrea de las buenas intenciones de
llevar adelante una revisión y arqueo de caja, con sus posteriores
investigaciones administrativas, pero, honestamente, ninguno de los
presidenciables -ganas de, más intención de voto- tiene la altura para
arrojar la primera piedra, ni siquiera un avioncito de papel, por
acción, por omisión o por la manga de impresentables que los acompañan.

En lo personal, me gustaría que empezaran
a definirse por las cosas de la gestión, de los hechos delictivos debe
encargarse el Poder Judicial, ese organismo que dijeron que no debería
ser digitado por los otros dos poderes ni influenciado por los vientos
políticos. Entiendo que el reclamo masivo de las últimas manifestaciones
los marea, pero no es necesario que prometan lo que no les corresponde.
No es lo mismo que el ciudadano de a pie exprese “los vamos a juzgar”
en una protesta en defensa de la Justicia ante el avance del Ejecutivo y
el Legislativo, a que un candidato a alguno de esos dos poderes afirme
algo que nunca será de su competencia: con que garanticen que no habrá
un pacto de impunidad, y que todas las irregularidades halladas serán
remitidas a una justicia transparente, autónoma y libre de presión
política, alcanza.
Independientemente de lo que cada uno
piense de cada tema, estaría bueno que se la jueguen en otras cosas, que
demuestren que tienen ganas de poder, hambre de gobierno, más allá del
latiguillo efectista. O sea, que se banquen decir que no les cabe el
fútbol gratuito sin desdecirse a los cinco minutos, o que se les ocurra
alguna tercera vía realmente inclusiva -¿a nadie se le ocurrió habilitar
un cupo de entradas para los pibes de las villas, en vez de
entregárselas a los barrabravas?- como también me entusiasmaría que
demuestren un cachito de coraje y afirmen que esa coparticipación
arbitraria que tanto les jode hoy -y les jodió ayer- la discutirán y
luego respetarán a rajatabla.

Del mismo modo, me sentiría más contento que Boudou con impresora nueva si escuchara a alguno de los que se han quejado de la desarticulación de los partidos políticos, garantizar que se volverá a la organización partidaria, al menos del sector que dice representar, y no que seguiremos en esta interna permanente en la que nos obligan a elegir entre radicales orgullosos, radicales amargados, progres ofendidos opositores, progres alegres oficialistas, peronistas aliados, peronistas de la disidencia puteadora, o peronistas de la liga de los superamigos, todos agrupados según la moda electoral en coaliciones, alianzas, frentes y contrafrentes con amplio living, balcón luminoso y expensas a costas del votante.
No es muy complicado, es bancarse la
coherencia de decirse diferente y también serlo. Pero eso de querer ser
popular al hablar, y ser popular para desmentirse, o prometer con otras
palabras lo mismo que se le critica al gobierno, tiene como final el
descreimiento total del electorado, esa curiosa masa de clientes a la
que hay que convencer que el producto nuevo realmente es mejor que el
anterior, y no una versión con un packaging rediseñado.
Martes. Demasiados decoradores de interiores para una casa sin terminar.
No todo se debate
Hay que reconocer que al oficialismo
nunca se lo podrá tratar de vago. En el gobierno le meten garra para
demostrar gestión con anuncios que se contradicen entre sí, incluso
dentro del mismo anuncio. Y aunque la realidad se empeñe en sembrarnos
incógnitas sobre lo que percibimos, allí está Cristina para demostrarnos
que sufrimos de una crisis de alucinación masiva, producto de la
sobredosis de endorfinas derivada de tanta felicidad kirchnerista.
Ayer, cuando aún trataba de asimilar que
no tenemos que tener miedo, porque eso es lo que sentía Cristina en la
dictadura, y que hoy en día nadie puede desaparecer -con lo cual queda
demostrado que Julio López y Luciano Arruga son dos mercenarios
desestabilizadores al servicio de la CIA- me encontré con una nueva
cadena nacional en la que la Presi nos contó que El Modelo fue tan
exitoso en la última década, que ella lo celebra aumentando los planes
sociales, las asignaciones universales por hijo y ampliando la cobertura
de asignación familiar, medidas que la monada reunida aplaudió hasta
reventar los sabañones, cuando hace tan sólo unos meses, puteaba a Hugo
Moyano por la ridiculez de afirmar que existían hijos de trabajadores
que eran discriminados y no recibían la asistencia que les correspondía.
A grandes rasgos, se festejó que todo sigue igual, que nada cambió y
que, a diez años del inicio de la década ganada, del mejor cuadro
político desde la llegada de los españoles al Río de la Plata, del
gobierno más mejor que haya visto este lado de la Vía Láctea, hay un
sector inmenso que aún depende del asistencialismo gubernamental.
Cristina tiró unos datos preciosos, unos
números divinos a los que sólo les faltaba un poquito de perfume para
invitarlos a salir. Lo que no pudo explicar -o quizá lo hizo pero fue
tapado por el bolonqui de la patria aplaudidora- es qué es lo que pasa
para que la guita siga sin alcanzar, si el gobierno aumenta el triple de
lo que supuestamente fue la inflación que dice medir. Y por si quedaba
alguna duda, luego de anunciar la implementación de una ayuda escolar
extraordinaria y por única vez -parece que en la Rosada las clases
arrancan en julio- mostró un cuadro con el que explicó, contenta, que
con el aumento del 35%, el poder adquisitivo de los planes sociales será
el mismo que el de los últimos tres años.
Tras anunciar que ingresará al mercado el
doble de guita de la que estaba en circulación en materia
asistencialista, la Presi se dirigió a los empresarios, sutilmente, con
la clase y la precisión que la caracterizan, para decirles que los que
ponen los precios son ellos, y no el Gobierno. Si bien los empresarios
empezaron a preguntarse qué corno hacían en la Rosada, la actitud
conciliatoria de Cris los alivió: les dijo en la cara -se habrían
enterado igual, era cadena nacional- que los diarios nunca hablan mal de
los empresarios porque pagan la publicidad. Por si el mimo presidencial
no alcanzara, la primera mandataria les dijo que controlar es una
palabra fea, pero que así es la vida, y que el gobierno utilizará a “los
movimientos políticos, sociales y juveniles para desplegarlos en todo
el territorio” en una campaña que se llamará “Mirar para Cuidar”. No es
que hayan perdido la creatividad a la hora de nombrar las ideas geniales
que tienen, pero eso del “Plan Buchones y Aprietes para Todos y Todas”
no gustó mucho, y las camisas pardas que habían pensado no combinaban
con las pecheras azules.

Mientras los pibes del fondo festejaban
que en un futuro próximo serán los botones de la sociedad, la Presi
demostró que ahora también experimenta con la fusión de la economía y la
biología, al afirmar que los precios no aumentan por cuestiones de la
naturaleza, sino que es por culpa de los empresarios que quieren
mantener la rentabilidad, como si fueran seres de beneficencia que
perdieron la senda del Señor. Como ejemplo de sus conocimientos
económicos, Cris contó que, con el lanzamiento del Plan Procrear,
aumentaron los precios de los insumos para la construcción, pero que
ella sabe que no es culpa de los salarios. Evidentemente, la Presi debe
creer que los mosaicos son frutos de un árbol, que el cemento brota de
las napas, que la pintura sólo es savia de alguna que otra planta y que
los aumentos de demanda no tienen por qué afectar a la producción de
nada. Por si no alcanzara con el ejemplo brindado, Cris hizo gala de su
cultura geográfica al afirmar que no es normal que el cemento cueste
casi el doble en El Calafate que en Pico Truncado, donde está la
cementera, “si sólo las separan trescientos, cuatrocientos kilómetros”.
Independientemente de que Cristina suponga que el traslado se hace por
teletransportación, la realidad dicta que la distancia entre ambas
ciudades es de 870 kilómetros, pero es tan sólo un detalle menor.
Para finalizar su exposición, la Presi
deslizó que el gobierno tiene algunos proyectos para abordar el problema
de la maternidad precoz, que “como es un problema de los jóvenes, se
abordará desde los jóvenes, porque los problemas de los jóvenes los
tienen que resolver los jóvenes con militancia y organización”.
Reconozcamos que es una buena forma de delegar laburo y que cada uno
madure a su tiempo. En un principio no me quedó muy en claro cuáles
serían los roles que pueden jugar la militancia y la organización en la
prevención de embarazos, hasta que imaginé a una mina haciendo planes
para el sábado a la noche que se suspenden porque al novio le surgió una
peña debate “La Patria Grande, una Realidad Palpable”.
Y
ya que hablamos de gente aburrida, los somníferos vivientes agrupados
en ese centro de terapia grupal denominado Carta Abierta, publicaron una
nueva misiva para defender al gobierno. Básicamente, llamaron a no
creer en los que quieren asustarnos, y para que nos quede claro, nos
metieron miedo al plagar el texto de referencia a la Alemania previa al
nazismo y a la era oscura de la dictadura. El argumento que repitieron
una y otra vez es que no se está denunciando el mayor choreo de la
historia, sino que se busca “horadar a un gobierno que, por primera vez
en décadas, cuestionó injusticias y desigualdades, tramas monopólicas y
abusos de poder de quienes siempre se sintieron los dueños del país”.
Luego trataron al común de la sociedad de idiota, al afirmar que somos
maleables a la construcción de la realidad que nos entregan los medios y
que, si seguimos en la joda de creer que Cristina no fue una exitosa
abogada ni Néstor un tipo desprovisto de una ambición económica
desmedida, nos espera un futuro negro, como el de los ´90, cuando
también se choreaba, pero sin tanto verso. En el texto, nos advirtieron
que también debemos tener mucho cuidado con lo que leemos, vemos, oímos y
decimos, dado que se apunta “a erosionar la figura pública de un
ex-presidente, en una acción que se torna una respuesta de music-hall
para problemas que merecen otro tratamiento”.
Según el texto de los cráneos nacionales y
populares, a la hora de hablar de la ridícula y previsible tragedia de
Once, también está mal decir “la corrupción mata”. ¿Qué pretenden, un
debate nacional y multisectorial que establezca si está bien o mal decir
que un tren oxidado y sin frenos en una fiesta de subsidios, es
producto de la corrupción? Para estos aburridos diplomados, el hambre en
el contexto del exitoso modelo no es una triste realidad, sino algo que
debemos analizar bien antes de repudiarlo. Un pibe descalzo que camina
por Constitución no es causa de indignación, es algo que merece un
debate.
Lo que estos idiotas ilustrados
(pedantes, según la RAE) no entienden, es que no se puede pedir un
análisis ante cada muestra de aberración. No todo se debate, ni mucho
menos se puede pedir a la ciudadanía que tenga una balanza para pesar
qué es peor, cuando es lo mismo que no le perdonan, ni le perdonarían a
otro gobierno. Según este criterio, durante los ´90 deberíamos haber
tenido en cuenta que Menem fue un militante de los Derechos Humanos que
se comió cana durante años en la dictadura, para luego volver a
enfrentarla, mientras defendía gratuitamente a los que estaban en cana,
sin importar su afiliación partidaria, y encabezaba marchas de reclamo a
los militares, codo a codo con Pérez Esquivel. Asimismo, deberíamos
poner en consideración que, a pesar de “esas cosas cuestionables”, fue
un gobierno que produjo un profundo cambio en la sociedad al instaurar
estabilidad y la iniciativa personal como factor de progreso, y no
fijarnos en nimiedades como los negociados, las muertes mafiosas, las
explosiones de arsenales, los atentados a colectividades y alguna que
otra cuentita en el exterior. Y sin embargo, a Menem lo puteamos ¿Qué
les hace pensar que los vamos a tratar distinto, que ahora vamos a tener
en cuenta otras cosas a la hora de protestar porque se la llevaron, se
la llevan y se la llevarán en pala? ¿Realmente pretenden un debate
ideológico sobre el choreo?
¿Tanto estudio y tanto palabrerío difícil para redundar en un “roban pero hacen”?
Jueves. Cuando un pibe nos kirchnerea la
billetera al subir al bondi, no decimos “bueno, al menos me dejó subir
primero, debería debatir qué lo llevó a privarme de mi patrimonio”. Tan
básico como eso.
La Década Cambiada (La Década Cagada diría yo)
Estas semanas hemos visto cientos de
análisis y balances de lo que el oficialismo ha dado en llamar “La
Década Ganada”. Desde este humilde espacio, pareció correcto sumarnos a
la ola y hacer un resumen propio de lo que se ha vivido a nivel político
en los últimos diez años. A lo largo de las sucesivas entregas, verán
que la militancia es un invento de reciente factoría, que la no
represión de la protesta social apareció un poquito tarde, que El Modelo
es una estrategia de marketing tardía y que, si no recordamos todo lo
que nos ha pasado, no es por falta de memoria, sino por sobreabundancia
de escándalos.
El Estadista en mocasines
Cuando
Néstor asumió su mandato el 25 de Mayo de 2003, juró no dejar sus
convicciones en las puertas de la Casa Rosada. Nadie puede decir que no
cumplió, sobre todo si vemos el estado en que se encuentra la provincia
de Santa Cruz. Heredó de Eduardo Duhalde el equipo económico comandado
por Roberto Lavagna y la cartera de trabajo de Carlos Tomada. También
conservó a Ginés González García en Salud y a Aníbal Fernández, que pasó
de ser ministro de la Producción a ser el responsable de la cartera del
Interior. Para llenar los casilleros, puso en funciones a Gustavito
Béliz, un personaje que, además de haber sido funcionario de Menem y
candidato a Vicejefe de Gobierno de Domingo Cavallo –compartió equipo de
campaña con Alberto La Viuda Fernández- tendría el privilegio de ser
uno de los primeros arrepentidos del kirchnerismo, una moda que se
repetiría con los años y cuya lista nunca termina de cerrarse. El ignoto
médico de los Duhalde, José Pampuro, fue a parar a Defensa, mientras
que el sedante barbudo Daniel Filmus –el progre que llevó el Shopping a
la escuela- quedó a cargo del ministerio de Educación.
La pesada herencia recibida del Gobierno
anterior dejó como saldo un dólar en 2,90 pesos; un superávit fiscal de
14 mil millones de dólares, una inflación del 3,2% anual -con un INDEC
no intervenido- y la desocupación en descenso. Para tranquilidad del
nuevo gobierno, el costo político de la devaluación y el default ya
había sido pagado por otros, y gracias a que todo se comparaba con el
caos de 2001/2002, los números no podían arrojar otros resultados que no
fueran positivos.
Al toque de asumir, Néstor promovió la
conformación de una comisión de enjuiciamiento para remover buena parte
de la Corte Suprema de Justicia. “Debemos recuperar el correcto
funcionamiento de la seguridad jurídica para terminar con las
extorsiones y las presiones”, decía el Estadista por aquellos días.
Comandada por la exitosa abogada, la comisión limpió a buena parte de la
Corte y la reemplazó por figuras nuevas, de larga trayectoria que, en
el caso de Eugenio Zaffaroni, incluía a la Dictadura.
Si bien Néstor prometió plebiscitar toda
medida controvertida, combatir la inseguridad y traje a rayas para los
grandes evasores, pronto caería en la cuenta de que era más fácil decir
que se hacía todo eso mientras se buscaban culpables ante la falta de
resultados. En materia de Defensa, se comprometió a reestructurar las
Fuerzas Armadas “con gente de probada idoneidad y capacidad y, también,
de confianza”, pero el presupuesto alcanzó para el Teniente General
Bendini.
Las fuerzas de seguridad también debían
ser revisadas y arrancaron por rajar al Comisario General Giacomino,
bajo la acusación de favorecer a empresas amigas en licitaciones para la
remodelación del hospital de la Federal. A la luz del paso de los años,
podríamos decir que fueron un tanto injustos en el trato y que
Giacomino, en todo caso, fue el primer kirchnerista de ley. La nueva
actitud hacia la Policía Federal quedaría plasmada tiempo después,
cuando Luis D´Elía se enervó ante el asesinato de “El Oso” Cisneros –un
piquetero de la Federación Tierra y Vivienda- y acusó al personal de la
Comisaría 24 de la Federal de proteger al asesino. Sabemos que es
difícil de dimensionar el concepto del Estado como monopolio represivo,
así que D´Elía decidió conocer las instalaciones de la seccional por
dentro.
La
comisaría terminó en llamas –literalmente-, destrozada y hasta
desapareció un cuadro de Quinquela Martín. La Jueza en lo Criminal María
Angélica Crotto ordenó desalojar la Comisaría, el secretario de
Seguridad, Quantín, dijo que no, al Juez Oyarbide le pareció más copado
lo que dijo Quantín, Crotto denunció a Quantín y a los policías que no
quisieron acatar sus órdenes. Oyarbide dijo que el hecho no le pareció
tan grave. Al final, tanta violencia y actitudes penadas por el Código
Penal finalizaron. Luis D´Elía le dio la mano al Jefe de la Federal y se
preparó para enfrentar el escarmiento del Estado: fue designado
Subsecretario de Tierras para el Hábitat Social del Ministerio de
Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. No fue el primer
piquetero funcionario, dado que Jorge Ceballos ya cumplía sus funciones
en el ministerio de Desarrollo Social –como subsecretario de
Organización Popular, nombre piola si lo hay- cargo al que renunció en
2007, cuando a todos sus compañeros les permitieron ser candidatos en
sus municipalidades, menos a él.
Lo de “este gobierno no reprime la
protesta social” todavía no estaba de moda. Es más, la Federal llevó a
cabo una brutal represión en vivo y en directo para todo el mundo,
cuando pasó por arriba a los manifestantes que se oponían a la sanción
del nuevo Código de Convivencia porteño, en julio de 2004. Problemas con
la Secretaría de Inteligencia mediante, Beliz renunció y fue
reemplazado por Horacio Rosatti, quien debería cobrar regalías por haber
sido el primero en decir que no se reprimen las protestas. Eso de
meter en cana a los trabajadores que se manifestaban contra Repsol en
Ensenada, ya no estaría bien. Mandar gente al calabozo por pedir tres
kilos de mondongo a un frigorífico, tampoco. En el camino quedaron las
imágenes de los 102 manifestantes presos, baleados y asfixiados con
gases lacrimógenos, resultado de protestar contra el Fondo Monetario
Internacional. Sí, el gobierno de Néstor Kirchner reprimió y metió en
cana a un centenar de personas que puteaban al FMI. Sí, también desalojó
a palazo limpio a quienes ocupaban las instalaciones de la quebrada
farmacia Franco Inglesa. Una pena: hoy serían considerados pioneros de
las empresas recuperadas por los trabajadores.
El Estado decidió reservarse el rol de
buenazo y tercerizó el poder policial en las organizaciones que antes
protestaban contra el Estado. Claro ejemplo de esto fueron las
contramarchas que organizó Luis D´Elía en contra de la movilización en
reclamo de justicia por el asesinato de Axel Blumberg. Detrás de esa
movilización, había un petitorio firmado por 5,2 millones de personas
que pedían que el Estado hiciera algo. La contramarcha de D´Elía no
arrojó el resultado previsto, pero al menos fue el inicio de una larga
carrera de manifestarse en contra del manifestante y a favor del
gobierno.
Todo ello pasaba mientras Néstor le
tomaba el gustito al rol de paladín de la lucha contra la represión del
Estado, pero de la década del ´70. Ordenó bajar los cuadros de Jorge
Videla y Reynaldo Bignone de los muros del Colegio Militar de la Nación
y, si bien no encontró caja de seguridad alguna detrás de los mismos,
firmó el traspaso de la Escuela de Mecánica de la Armada a la órbita de
la Ciudad de Buenos Aires para convertirla en museo y pidió “perdón en
nombre del Estado Argentino que calló durante 20 años las atrocidades
cometidas”.
Económicamente,
le iba bien. Con 33 millones de toneladas de producción de soja en
precio récord internacional, no paraba de entrar guita a las arcas de la
Nación. Los números eran imposibles de mejorar, los resultados, en
cambio, estaban lejos de brillar. El hambre afectaba a 1,4 millones de
argentinos, Jorge Lanata estaba en la tele -acompañado por Adolfo
Castello, Gisella Marziotta, Martín Caparrós y Reynaldo Sietecase- y
competía contra Fútbol de Primera, Hector Magnetto era visitante
frecuente en la quinta de Olivos y de Papel Prensa nadie sabía nada.
Un país un poquito distinto al que relata
la épica militante, pero claro, no había militantes. Algunos dirán que
los números del kirchnerismo hablan por sí solos al ser comparados con
el 2001. Otros creemos que comparar contra la nada, siempre será
positivo. Es fácil y traicionero, pero obviamente, efectivo. Aún faltaba
para que naciera la palabra “relato” como sinónimo del verso
gubernamental -acepción que aún no entiendo cómo no fue incluída en el
diccionario de la RAE- pero podemos asegurar que fue aplicado desde el
primer día, desde la primera acción de gobierno, desde ese “Sí, juro”.
El relato siempre estuvo, sólo que tardamos en comprenderlo.
La década kirchnerista ha
transcurrido en una permanente independencia entre lo que se dice, lo
que se hace y el cómo se hace. Kirchner, que había asumido su mandato
sin poder de urnas, tuvo que construirlo sobre la marcha. La fascinación
por los poderosos acercó a varios, al resto se lo pudo adornar con
discurso, presupuesto y, cuando no, con algún que otro cargo. La
costumbre de maltratar a los que apoyan, no es un invento de Cristina.
Señalar culpables entre las tropas y soltarles la mano ante una
tragedia, tampoco. Encontrar corruptelas ajenas en aquel que se
interpone en el choreo propio menos.
El Estadista jodón
Dos
mil cinco no arrancó el primero de enero, sino dos días antes. El 30 de
diciembre de 2004, unas cuatro mil personas ingresaron a un lugar que
violaba todo lo que podía violarse en materia de seguridad. El recital
de Callejeros no había terminado de arrancar cuando todo se cubrió de
humo. Ciento noventa y cuatro muertos y mil quinientos heridos después,
la realidad nos arrojaba por la cabeza que, por más buenas intenciones
que pueda haber a la hora de hablar, el negocio personal está primero.
Omar Chabán pagaba coimas a los inspectores municipales, a los bomberos y
a la policía; Callejeros sabía que no entraba más gente en el local
–igual que Chabán- y no les importó, Chabán tenía trabada la puerta de
emergencia y todo esto lo vieron los inspectores y no lo sancionaron.
Aníbal Ibarra, que había llegado a la jefatura del Gobierno con la
Alianza, había renovado su mandato hacía un año, obviamente, de la mano
del kirchnerismo. En marzo de 2006, Ibarra sería destituido.
En años electorales la tarasca lo es
todo. A una mente brillante se le ocurrió mandar a Ricardo Jaime a
España con la idea de pasar la gorra entre las empresas con intereses en
Argentina y así juntar dinero para la campaña de Cristina Senadora
2005. Jaime les exigía una pequeña contribución, un palito por cabeza, a
voluntad. No sería la última vez: en 2007 también le manguearon un
millón y medio de pesos al Grupo Marsans –por entonces, Aerolíneas
Argentinas- para las presidenciales. De aquellos viajes, Jaime también
trajo material ferroviario por la ganga de 1.600 millones de dólares,
material que, como corresponde, nunca se usó. Parte del mismo aún puede
verse pudriéndose en terrenos del ferrocarril Roca, como un monumento al
choreo.
El cuerpo diplomático del gobierno
intentaba que algún chino levantara el teléfono para ver qué onda con
las inversiones por 5 mil millones de dólares que habían prometido. Así y
todo, varios años antes de Héctor Timerman, las relaciones
internacionales argentinas ya brillaban por el doble discurso, con lo
que representaba fielmente en el exterior la gestión puertas adentro. En
mayo, la Corte Suprema denegó el pedido de extradición de Jesús María
Lariz Iriondo a España. El tipo era tan solo un terrorista de ETA, y era
acusado de algunos delitos menores, como un par de atentados con coches
bomba. Gracias a esta mano judicial, Lariz Iriondo no tuvo que
suspender su labor docente en la Universidad de las Madres de Plaza de
Mayo. En julio de 2005, la Justicia también denegó la extradición de
Sergio Galvarino Apablaza a Chile, quien más tarde conseguiría el asilo
político. Para mantener la coherencia, exigíamos a Irán la entrega de
los sospechosos de perpetrar el atentado contra la Amia.
En tiempos de campaña, varios perdieron
el pudor y se hicieron más kirchneristas que nunca, como Aníbal
Fernández, Carlos Tomada, José Pampuro y Ginés González García, quienes
no tuvieron mayores problemas con el fuerte contenido acusatorio de los
discursos de Cristina y Néstor. La candidata a Senadora llamaba “El
Padrino” al expresidente Duhalde –a tan sólo veintiséis meses de haber
asumido como la primera dama del candidato oficialista- y hasta acusó a
Chiche Duhalde de ser portadora de apellido, cuando nadie recordaba que
el apellido de soltera de Cristina, es Fernández. La falta de defensa de
los funcionarios para con sus antiguos líderes, no es patrimonio
exclusivo del justicialismo. Graciela Ocaña se sumó al gobierno de
Néstor en 2004, y se llevó consigo la banca de Diputada a la que había
llegado un año antes, con el ARI de Lilita Carrió. Durante la campaña
electoral de 2005, Néstor dijo que Carrió no podía justificar los
aportes de su campaña. Ocaña no se inmutó. Se ve que le costaba expresar
su bronca y por eso tardó cuatro años más en molestarse por los
negociados con las obras sociales.
Si bien la primera dama tenía domicilio
en Río Gallegos y ocupaba su banca de Senadora por la provincia de Santa
Cruz, se presentó como candidata por Buenos Aires, enfrentó a Chiche, y
ganó. La relación entre Kirchner y Lavagna –el único incómodo de los
heredados de la gestión Duhalde- ya estaba rota y, el por entonces
ministro de Economía, contaba en la Cámara Argentina de la Construcción
que hubo al menos 10 casos de kirchnereo por sobreprecio en obras
públicas. El estadista de mirada distinta acusó recibo y dijo que “la
obra pública no es un gasto, sino una inversión”, aunque no quedó muy en
claro cuál parte del sobreprecio iba a invertir. Lavagna salió
eyectado. Fue reemplazado por Felisa Micelli.
Una
perlita casi olvidada de aquella elección tuvo lugar cuando Alberto
Fernández hizo uso de su agenda y consiguió que Eduardo Lorenzo
Borocotó, diputado electo por el PRO, abandonara el partido y se aliara
al kirchnerismo antes de asumir su banca. Poco importó que Borocotó haya
sido aliado político de Patti en los ’90 y de Cavallo más tarde.
Después de todo, Alberto Fernández también lo fue y nadie se ponía mal
por ello. El barrilete cósmico del Jefe de Gabinete enfatizó que no hubo
ningún ofrecimiento a cambio del pase. Un cable de inteligencia lo
desmentiría tiempo más tarde. Otro incidente legislativo se produjo con
el diputado electo Luis Patti, quien se vio impedido de asumir debido a
las razones morales que impuso el oficialismo, con Miguel Bonasso a la
cabeza, a quien nadie cuestionó por sus razones morales. En su lugar
asumió Dante Camaño, que no terminó de sentarse en su banca y ya era
kirchnerista.
En noviembre de 2005 vivimos uno de esos
tantos momentos que caen en el olvido: una parva de gente prendió fuego
la estación Haedo del ferrocarril Sarmiento, los trenes, un par de
patrulleros y, de paso, se hicieron la tardecita saqueando los comercios
de los alrededores. Entre Aníbal Fernández y el gobernador bonaerense
Felipe Solá, no sabían de qué disfrazarse. Aníbal dijo que estuvo
Quebracho en el quilombo. Solá, en cambio, puso los gobelinos en la
mesa, se la jugó y dijo lo que había que decir: se trató de un grupito
de agitadores que aprovecharon la ocasión para hacer desmanes. Menos de
veinticuatro horas después, los agitadores refirieron que se dirigían a
la III Cumbre de los Pueblos, en Mar del Plata, una joda que se organizó
como contrapartida de la IV Cumbre de las Américas. Los participantes
marcharon por las calles de La Casi Feliz hasta el estadio Mundialista,
dónde pudieron hacer pogo con el recital de Silvio Rodríguez y hasta
disfrutaron de un show de variedades que incluían a Hebe de Bonafini,
Evo Morales y el Diego de la gente. El espectáculo fue conducido por un
exultante Hugo Chávez, que repetía “ALCA rajo – ALCA rajo”. Terminado su
discurso anticumbre, Chávez saludó y se fue a la cumbre, no sin antes
decir “patria o muerte” con acento venezolano, acompañado de un músico
cubano y el presidente de Bolivia, porque en ese entonces la patria
también era el otro. El otro país.
Néstor estuvo a cargo del discurso de
apertura de la cumbre y, fiel al estilo que caracterizó tanto a su
gestión como a la de Cristina, se disfrazó de marciano recién llegado al
tercer planeta del sistema solar, y se quejó de las políticas
neoliberales de la década del ´90. Afuera, el pueblo no daba más de la
alegría y prendía fuego un par de bancos, para luego jugar al quemado
con los gases de la policía. Como ir a la costa y no traer recuerdos
sería un desperdicio, también saquearon locales de Havanna.
El
15 de diciembre de 2005, Néstor anunció el pago de la deuda al Fondo
Monetario Internacional, acto que para el militante promedio está a la
altura del milagro de la multiplicación de planes. Íntegra, contante y
sonante, ni un cobre de menos en el pago. Símbolo de época: el Fondo no
se metería más en nuestros asuntos, ahora le rendiríamos cuentas a
Venezuela. Chávez fue un amigazo y, sólo en 2005, compró bonos
argentinos por cinco mil millones de dólares, tendencia que se continuó
en 2006, independientemente de los préstamos al 15% anual que nos
facilitó generosamente. Evidentemente, la independencia económica es tan
sólo una cuestión de ser amigo de nuestro acreedor.
Como regalo de reyes de 2006, a
principios de enero los asambleístas de Gualeguaychú cortaron el puente
hacia Fray Bentos en protesta por la instalación de la pastera Botnia en
la otra orilla del río Uruguay. Mientras Néstor no decía nada y las
lunetas de los autos se llenaban de calcos que rezaban “No a las
Papeleras”, nos enteramos que en Argentina había decenas de pasteras y
que, en todo caso, los Uruguayos nos hicieron dumping al no cobrar la
cometa que le pidieron a Botnia en Argentina. Para pacificar los ánimos,
Néstor alentó a los asambleístas personalmente. El conflicto se
proyectaría por años.
En Agosto de 2006 se armó el “Encuentro
Federal” en el que participaron varios gobernadores y doscientos
intendentes, todos pertenecientes a la Unión Cívica Radical. Nombres
como Daniel Katz (Mar del Plata), Enrique García (Vicente López),
Gustavo Posse (San Isidro) y gobernadores como Miguel Saiz o Arturo
Colombi, escucharon al nuevo líder: el gobernador de la provincia de
Mendoza, Julio Cleto Cobos. La historieta siguió una semanita después,
en la Convención Nacional de la UCR, en Rosario, donde no participaron
los radicales que habían estado en el encuentro anterior. Al toque se
anunció la Concertación Plural, que era algo así como la Concertación de
Partidos por la Democracia de Chile, pero con toda la onda que el
kirchnerismo puede garantizar. Se oficializaba el radicalismo K.
Durante el mes de septiembre, Jorge Julio
López desaparecería de su domicilio para nunca más dar señales de vida.
Pasaron los años y sigue sin dar señales. Y eso que Cristina pidió que
no tengamos miedo, que en democracia no desaparece nadie. Un par de
años más tarde, Luciano Arruga acompañaría a López en la actitud
golpista y desestabilizadora de contradecir a la Presi y desaparecer en
democracia.
Si
agosto fue radicheta, octubre fue un mes bien peronista. El traslado de
los restos de Juan Perón a la quinta de San Vicente fue planificado por
meses y se realizó, obviamente, un 17 de octubre. Fue una auténtica
fiesta peronista en todos sus aspectos: viejos que salían a la calle con
sus cuadritos amarillentos y lloraban al ver pasar el féretro, y
sindicalistas a los tiros. Ese mes, personal no médico del Hospital
Francés tomó las instalaciones del mismo en reclamo de alguna solución a
los tres meses de salarios adeudados, la paralización de los servicios y
otras yerbas. Cayó una patota, produjo destrozos en las instalaciones,
tomaron de rehenes a los empleados y a un Comisario Inspector de la
Federal. Adentro estaba lleno de barrabravas que se vieron acorralados
por el personal del hospital –que aseguró que la patota fue enviada por
el gobierno-, en los pasillos estaban los gremialistas y, por si faltaba
alguien, apareció el grupo Quebracho con botellas de nafta que eran
colocadas en las ventanas del edificio. Afuera se encontraba la Guardia
de Infantería de la Federal con más ganas de entrar que Néstor frente a
una caja fuerte. Los uniformados lograron sacar a la patota en un
colectivo de la Federal y se la llevó custodiada hasta el barrio de
Flores.
Dos mil seis pintó lindo. Las políticas
aplicadas por el gobierno en materia energética nos trajeron de regalo
la pérdida de autoabastecimiento gasífero, la necesidad de volver a
contar con el gas boliviano luego de años de no hacerlo, más el apuro
por importar combustible para la generación eléctrica. Guillermo Moreno
ya daba sus primeras predicciones imbatibles y refería que pronto
llovería gasoil. No le pifió: los hidrocarburos que le compramos a
Chávez provocaron lluvia ácida en La Boca, Barracas y Dock Sud.
Un año tan productivo no podría terminar
de otro modo. Casi sobre el filo, entre champán y pan dulce, aprendimos
una nueva palabra: Skanska. Para la asimilación del vocablo “Relato” aún
faltaba, aunque ya nos tenían entrenados con tanta realidad distinta a
la que nos contaban.
Ese dogma incuestionable e imposible
de definir que han bautizado como El Modelo, no existió como tal desde
los inicios del kirchnerismo. Cristina, al momento de asumir, nos
revoleó por la cabeza la definición que iría adaptándose y modificándose
con el paso de los años desde el Modelo de Crecimiento e Inclusión con
base en matriz diversificada, hasta este Modelo de Crecimiento
Patrimonial e Inclusión de funcionarios con base en matriz de dibujo de
estadísticas, impresión de billetes y enfardado de euros.
El ascenso de la Arquitecta Egipcia
Entre
sidra, pan dulce y el tío borracho que se quema con un tres tiros, el
26 de diciembre de 2006 nos enteramos de un problemita que ya llevaba un
año. En 2005 Julio De Vido había llamado a licitación para la
construcción de un gasoducto. La empresa Transportadora Gas del Norte
denunció un 150% de sobreprecio. Empezó la investigación y resultó que
Skanska -empresa que había ganado la licitación- había pagado más de
cien facturas a empresas inexistentes. Hubo despidos en Skanska,
gerentes procesados y luego silenciados con jugosas indemnizaciones, y
hasta Tinelli quedó en el medio. El Gobierno Nacional le cobró a la
empresa -o sea, la contraparte en el negociado- una multa de diez
millones de pesos. Dio la casualidad de que justo, justito, era el monto
del sobreprecio de la obra.
El por entonces Jefe de Gabinete, Alberto
Fernández, dijo que el Jefe de Gobierno Jorge Telerman, estaba prendido
en la joda. No pasó naranja, pero Alberto ya mostraba esa hilacha
peligrosa en cualquier carrera: el rencor. El pelado afrancesado había
llegado al gobierno de la Ciudad como secretario de Cultura de la
primera gestión de Aníbal Ibarra, cuñado de Alberto Fernández. Cuando
Ibarra se presenta para la reelección, Telerman fue de vicejefe. Luego
del juicio político que terminó por remover a Ibarra, Telerman asume la
Jefatura de Gobierno. Desde siempre enemistado con Alberto Fernández,
éste último se encargó de desprestigiarlo cada vez que pudo.
A fines de enero de 2007, el gobierno
anunció el desplazamiento de Graciela Bevacqua, titular del Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos, y todo porque la funcionaria –a cargo
desde 2001- no quería modificar el sistema de medición del índice de
precios si no se utilizaban parámetros de reconocimiento internacional.
En los primeros seis meses, la inflación del Indec arrojó un 4,4%. Las
mediciones de las consultoras –que hasta la intervención coincidían en
sus números- arrojaron un 14,4%. Nacía, así, la inflación real y la
paralela, pionera en la ambigüedad de la última década, acompañada por
el dólar oficial y el blue, la inseguridad y la sensación, y otros
montajes de la factoría de Balcarce Fifty Productions.
En el mismo mes de enero, Telerman
anunció que las elecciones para Jefe de Gobierno serían en junio y buscó
el apoyo del kirchnerismo. Alberto Fernández dijo que era mejor poner a
un tipo carismático, acaparador de votos y líder de masas. Lo
intentaron, pero consiguieron a Daniel Filmus. Telerman quedó afuera del
ballotage y Macri sacó a pasear por primera vez a Filmus en la segunda
vuelta. De todos modos, hay que reconocer que la campaña previa fue
entretenida. Néstor salía de la oficina de hacer negocios con Franco
Macri, para luego dar un discurso en el que pedía a la ciudadanía que
recordara que Mauricio es Macri. La ciudad apareció empapelada con
carteles que decían que los que piensan votan a Filmus, Telerman
mostraba sólo su pelada en los carteles y Macri se sacaba fotos en
Ciudad Oculta. Y así, mientras Mauricio sacaba a bailar a Michetti en
silla de ruedas ante las cámaras del mundo, nosotros nos preguntábamos
si era necesario y Néstor corría a Alberto Fernández por los pasillos de
la Quinta de Olivos.
Ni bien finalizaron las elecciones
porteñas, el kirchnerismo dio marcha atrás con la promesa de campaña de
Filmus y decidió no transferir la Superintendencia de Seguridad
Metropolitana de la Federal, pero en cambio autorizó al gobierno de la
Ciudad a que pueda crear una propia. Seis años después, todavía están en
eso. Entre tanto, Daniel Scioli, que luego de saltar de la lancha a la
política de la mano de Menem y haber ocupado la secretaría de Turismo
con Duhalde, ejercía de Vicepresidente de Néstor, dejó de aspirar a la
jefatura de Buenos Aires –cargo que pretendía- y se puso a buscar algún
domicilio en la provincia para ser gobernador.
El caso Skanska seguía con sus coletazos.
El gobierno decidió intervenir Enargas y desplazó a todos los
directivos que no tenían absolutamente nada que ver, al menos no en este
negocio. Entre los eyectados se encontraba el Pacha Velazco, pareja de
Felisa Micelli. Y como el silencio no es gratis, más si los demás se la
están llevando con una retroexcavadora, Velazco habría reclamado la
suya: unos 250 mil dólares. Precavido, para no andar de paseo con tanta
tarasca encima, Velazco los habría dejado en el baño del despacho de su
mujer. Una inspección de rutina encontró la bolsa y el programa de
Lanata en Radio del Plata los escrachó. En silencio, Felisa fue
desplazada de su cargo, aunque le mantuvieron la custodia policial. La
reemplazó Miguel Peirano por los meses que restaban de gestión de
Néstor.
La
campaña nacional estaba a pleno. Por elección unánime -un voto- Néstor
informó que la candidata elegida a sucederlo era Cristina Fernández. Con
la Concertación Plural lanzada, el candidato a Vicepresidente fue Julio
Cobos, radical, Gobernador de la provincia de Mendoza y el favorito de
Néstor, con lo que tiró por tierra las aspiraciones de Felipe Solá, a
quien ya habían hecho bajarse de la reelección en la provincia de Buenos
Aires para dejarle lugar a Scioli. Cristina, Cobos y vos ganaron las
elecciones con el 45% de los votos emitidos, sin mayores escándalos,
aunque hubo alguna que otra mancha, como la desestabilizadora Policía
Aeroportuaria que encontró unos 800 mil dólares dentro de una valija de
la delegación venezolana.
Los medios del mundo se hicieron eco del
escándalo, menos acá. Luis D´Elía enseguida argumentó que todo se trató
de una operación montada por la CIA y Aníbal Fernández negó que
Antoninni Wilson haya estado en la Casa Rosada, aunque una cinta de las
cámaras de seguridad y una firma en el libro de visitas decían lo
contrario. La mina que encontró los dólares renunció a la Policía, hizo
una tapa para la revista Hombre, y pasó tan rápido al anonimato como
había salido del mismo. La única ventaja del asunto es que nos dimos
cuenta lo buena que está Victoria Bereziuk, la rubia infernal que era
asesora de Claudio Uberti, el funcionario de Néstor que trajo a
Antoninni Wilson a Argentina.
Antes
de entregar la banda presidencial, y como última medida de gobierno, el
9 de diciembre de 2007 Néstor Kirchner firmó la fusión entre
Cablevisión y Multicanal, con lo que le dio al Grupo Clarín el mercado
mayoritario de las compañías de cable, una de esas medidas que hace que
el kirchnerista promedio entre en cuadro de infarto cerebral al intentar
explicarlo. Cristina, finalmente asumió el 10 de diciembre con un
festival en el que no hubo piedad para nosotros: tuvimos que oírla
cantar con Alejandro Lerner y el Bahiano. El glamour de la festichola
incluyó a Pablo Echarri y Nancy Duplaá de paseo por la Rosada, a
Lubertino a pura lágrima y una manifestación de gente feliz de la vida
por el triunfo de la democracia y la alternancia en el poder. Y como el
gabinete iba a ser totalmente nuevo e independiente de la gestión
anterior, se quedaron todos, menos Miguel Peirano, que fue reemplazado
por Martín Lousteau, Daniel Filmus, que cedió su lugar al igualmente
carismático Juan Carlos Tedesco y Ginés González García, que se fue de
embajador a Chile dejando su despacho a Graciela Ocaña.
Finalmente, al realizarse los cambios de
gestión a fin de año, el Juez Federal a cargo de la causa Skanska,
Guillermo Montenegro, juró como ministro de Justicia y Seguridad del
gobierno de la Ciudad, y se llevó consigo al titular de la Secretaría en
la que estaba la causa. Scioli, luego de ligar la provincia de Buenos
Aires, también dio una mano y se llevó al Fiscal de la misma causa,
Carlos Stornelli. Así, la causa Skanska quedó vacía de poder y en manos
de la subrogancia de Oyarbide.
Un
año tan copado no podía terminar de mala manera. Néstor viajó a
Colombia para ser garante en la liberación de rehenes de las FARC.
Chávez, por su parte, estaba muy compenetrado en parecer preocupado. No
faltaba mucho para que lo vincularan como protector y financista de la
narcoguerrilla colombiana aunque esto, como todo, quedó en la nada.
Muchos heridos que supieron ocupar sus
cargos, cobrar sus buenos sueldos y manejar sus jugosos presupuestos,
hoy intentan despegar a Néstor de Cristina y pululan por los medios, en
la búsqueda de un voto que nunca tuvieron ni tendrán. Deberían crear la
Agrupación Viudas de Néstor, dado que, en lo particular, no encuentro la
diferencia fundamental: esto es la cosecha de lo sembrado, el pibe del
que nadie se quiere hacer cargo pero que, al momento de concebirlo, la
pasaron joya.
Pero claro, son solo puntos de vista.
El primer año de gestión de
Cristina Elizabeth no salió tan redondo como algunos esperaban. Las
perspectivas podrían haber ilusionado a varios oficialistas, dado que
llegaba a la presidencia con el mismo equipo del expresidente, gente
que, supuestamente, estaba ya fogueada en el manejo de imprevistos, más
algunas figuras que, si bien eran nuevas en sus cargos, llevaban años de
experiencia en el rubro. A este grupo, Cristina lo presentó como el
mejor cuadro político de los últimos cincuenta años. Pero resultó ser
que el mejor cuadro político, la gestión que no tiene errores para
esconder porque no registra ningún fracaso, el gobierno más mejor de
todos, vivió una de sus crisis más profundas solo porque no supo manejar
una queja tributaria.
Del campo sojero al campo narc&pop
En
marzo de 2008 Martín Lousteau puso el gancho en la resolución número
125, mediante la cual se aumentaron las retenciones a la soja y el
girasol y, de paso cañazo, se estableció la movilidad por el módico
plazo de cuatro añitos. El sector agropecuario -que, en buena medida,
había bancado a Cristina en 2007– se lo tomó un poquito a mal. Con las
retenciones alrededor del 45% de lo producido empezaron los cortes de
rutas y los tractorazos, por lo que la Semana Santa de 2008 se convirtió
en un bardo nacional. Cuando el paro agropecuario llevaba unos 13 días,
el martes siguiente de Semana Santa, Cristina intentó apaciguar las
aguas y, fiel a su estilo, dijo unas palabras conciliadoras, que fueron
desde calificar a las protestas como “los piquetes de la abundancia”,
hasta el juicio moral que hacía referencia a que estaba mal que los
productores quieran tener plata a costa del resto de los argentinos.
Las palabras surtieron efecto, aunque no
el deseado por el gobierno: unas diez mil personas –según la Federal-
quisieron entrar en la Plaza de Mayo. Por suerte, apareció Luis D´Elía a
ponerse del lado del más débil, o sea, el Estado. Así fue que el
defensor de ricos y presentes, en nombre de los pobres y ausentes,
despejó la plaza a trompada limpia y terminó abrazado a la Pirámide de
Mayo, mientras gritaba “la plaza es nuestra, la puta que lo parió”. Del
otro lado del mapa, en la puerta de la Quinta de Olivos, las fuerzas del
gobierno que no reprime la protesta social utilizaban camiones
hidrantes para correr a los manifestantes. Un par de días más tarde,
empezamos a ver a la Cristina de la gente. En una presentación en Parque
Norte presentó “Enrollen las banderas”, “A ver el de la corneta” y
“Todo me cuesta el doble por el sólo hecho de ser mujer”, grandes éxitos
que se sumaron al ya clásico “La Amenaza Fantasma Militar” y que
finalizó en una épica versión “Evocando al Grito de Alcorta” de 1912.
Para
abril, una densa capa de humo tapó a la ciudad de Buenos Aires y
alrededores. Por si fuera poco, al anuncio de la inflación del Indec se
le sumó la quema de pastizales que también hicieron lo suyo para que la
humareda alterara los ánimos. Mientras, el gobierno organizó el
Encuentro por la Convivencia y el Diálogo, una excusa para llenar la
Plaza de Mayo con el objeto de juntar fuerzas para imponer el discurso
único y aniquilar el diálogo. Fue entonces cuando pudimos ver el parto
de una costumbre que se repetiría hasta nuestros días: la afirmación de
que nunca en la historia hubo tantos ataques contra un gobierno recién
asumido. Arturo Illia no cuenta, su tocayo Frondizi, menos, a pesar de
los sesenta y pico de planteos militares. Finalmente, el lema de
convivencia y diálogo también sirvió para llamar a la conciliación de
todos…y para acusar a los protestones de golpistas que reemplazaron los
tanques por los multimedios. Arrancaba la Cruzada Clarín.
Como en el país no pasaba nada, Cris
viajó a Francia a distenderse, participar de las negociaciones para la
liberación de Ingrid Betancourt –por entonces aún cautiva de las FARC- y
mostrar su boina, por lo que nadie entendió qué hacía Julio De Vido en
el viaje. En junio de 2008, el gobierno del amor ordenó poner orden con
cariño: Gendarmería se llevó en cana a De Angeli y a dieciocho
ruralistas que lo acompañaban. Otra vez gente en la calle. Luis D´Elía,
siempre ubicado en tiempos y espacios democráticos y tolerantes, llamó
al pueblo a tomar las armas, mientras Néstor pedía copar la Plaza de
Mayo en apoyo al gobierno. Era sábado por la noche y, obviamente, en la
plaza había tantos huecos que se podía jugar a la mancha sin que nadie
se lleve puesto a otro. Guillote Moreno, acompañado de Acero Cali y un
sonriente Julio De Vido, apareció por la plaza para mostrar su última
composición, que rezaba más o menos así: “gorila puto vas a pagar las
retenciones del Gobierno Popular”.
El nacandpopismo gubernamental convocó a
la Plaza del Amor, un nombre que, como todo lo que ha hecho el
kirchnerismo, dice una cosa y quiere decir otra. El miércoles 18 de
Junio, la multitud se agolpó en la plaza de Mayo para escuchar la última
composición de Ignacio Copani, Cacerola de Teflón, tema que puede ser
hallado en el recopilatorio Grandes Éxitos -tres canciones- del genial
artista vernáculo. La Presi apareció sobre el final, dijo casi lo mismo
que en sus discursos anteriores, lloró y se abrazó a Néstor. La radio de
las Madres de Plaza de Mayo dijo que hubo 200 mil personas, la Federal
de Aníbal Fernández, 60 mil.
En medio de este bolonqui divino, a
Néstor le pareció que la Concertación Plural no servía para concertar, y
convocó a elecciones de autoridades dentro del Partido Justicialista,
el cual se encontraba intervenido desde 2005 por disposición de la Juez
Servini de Cubría. La elección fue muy reñida: dieron de baja a la lista
opositora y Néstor fue elegido presidente del Partido. Su plan de
acción inmediato consistió en pedir que el PJ dejara de pertenecer a la
Internacional Demócrata Cristiana y adhiriera a la Internacional
Socialista. ¿La tercera posición? Una marcha de la caja de cambios, o
algo raro del Kamasutra.
Luego
de semanas de paro agropecuario, Cristina decidió enviar al congreso la
bendita resolución 125 para que fuera ratificada. Fue en aquellos
preciosos días otoñales de 2008 en que hace su aparición pública la
agrupación La Cámpora, un microemprendimiento que llevó adelante Máximo
Kirchner para entretenerse cuando se queda sin uñas de tanto rascarse el
higo. De la mano de intelectuales de la talla de Juan Cabandié, José
Ottavis, Andrés Larroque y Recalde Junior, la agrupación debutó en
sociedad con una carpa en la plaza de los Dos Congresos, y un puñado de
militantes dispuestos a fomentar el debate disfrazados de huevos. Un día
antes de la votación de los Senadores se realizaron dos actos
simultáneos, uno en el Congreso, donde habló Néstor, y otro en Palermo,
donde hablaron los representantes de la Mesa de Enlace ante un número de
gente que nadie imaginó que se podía juntar.
La votación arrancó el 16 de julio y se
hizo larga. A las 4,30 de la madrugada del 17 de julio, el empate obliga
al vicepresidente a emitir su opinión. Un voto no positivo alteró tanto
los ánimos que los aburridos chicos pintaron las calles con leyendas en
las que acusaban a Cobos de traidor, además de pedirle que le mande
saludos a Vandor. Por otro lado, los inconsistentes que acusan de
golpistas a quienes marchan para putear a la Presi, organizaron una
marcha para echar a Cobos. Cris, ya en otra, da marcha atrás con la 125,
nos trata de inconformistas y se olvida del Campo para siempre. Es
obvio que alguien debía pagar el costo político. Ese alguien fue Alberto
Fernández, quien fue reemplazado por Sergio Massa, exmilitante de la
Juventud Liberal y de la UCeDe, exfuncionario de Menem, exfuncionario de
Duhalde, exfuncionario de Néstor y, por entonces, intendente de Tigre,
hoy devenido en la esperanza blanca del peronismo. Poco tiempo después,
se anunció la reestatización de Aerolíneas Argentinas. Omar Viviani,
Secretario General del sindicato de peones de taxis, se sumó a la ola
nacionalista empresarial y prometió escrachar a las empresas españolas
con capitales en el país.
La
necesidad de mostrarse como un gobierno de acción llevó a que la Presi
tome el camino de la inauguración de lo que sea. Cualquier cosa venía
bien: obras de pavimentación en Ezeiza, la línea de producción de la
Ford Motors Company, una ampliación de fábrica de zapatos Grimoldi, otra
de tapas de empanadas, la red cloacal de un barrio de La Matanza y
hasta la reinauguración de inicios de obras que seguían sin iniciarse.
Todo era bienvenido, incluso un hospital en Malvinas Argentinas en el
que el Gobierno no puso un peso, pero al que Cris fue a sacarse la foto.
La agenda que le armaba Sergio Massa era maratónica y llegamos a
escuchar a Cris decir frases incunables, como cuando disparó que los
argentinos estábamos cansados de tantos discursos. Lo dijo durante el
cuarto discurso al hilo en una sola jornada.
Mientras la Presi hablaba cada vez que se
cruzaba con un micrófono, las tapas de los diarios daban cuenta del
hallazgo de tres cuerpos a la vera de la ruta en General Rodríguez.
Sebastían Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina aparecieron con las manos
atadas y corchazos en sus cabezas. Tiempo después nos enteramos que
Damián Ferrón era socio de uno de los imputados por el tráfico de
medicamentos, y que Sebastián Forza no podía justificar su exponencial
crecimiento patrimonial con su distribuidora, pero que así y todo pudo
aportar unos 200 mil pesos para la campaña presidencial de Cristina. Fue
también en 2008 cuando se produjo un allanamiento que desataría un
escándalo mediático que terminó en la nada misma: el allanamiento de una
quinta en Ingeniero Maschwitz y la detención de narcotraficantes
mexicanos, o sea, el inicio de lo que más tarde llamaríamos “La ruta de
la efedrina”.
En la recta final del año, el gobierno
intentó repetir la receta que tan buen resultado le dio a Néstor y
organizó un acto en la Casa Rosada para anunciar la cancelación del pago
de la deuda al Club de París. Un par de semanas después, Néstor decía
que tremendo pago era algo que debía evaluarse mejor. Casi cinco años
después todavía ni se trató el tema, pero estamos seguros que alguna
vez, por ahí, en una de esas, si pinta, alguien pagará la joda.
Probablemente sea el mismo que construya el Tren Bala que se anunció,
también, ese año. La Cámpora, mientras tanto, avanzaba de a poquito a
fuerza de comunicados en los que la agrupación defenestraba a quienes se
oponían desde los medios. Víctor Hugo Morales no fue la excepción y lo
tildaron de ser afín a los monopolios multimediáticos y a los cuadros
sojeros reaccionarios. La reacción tenía su lógica: Víctor Hugo había dicho que Mariotto era un funcionario de actitudes dictatoriales.
El
2008 no sólo fue entretenido respecto de la crisis política derivada de
la joda del campo, también fue el año en que se desató la crisis
económica internacional, para el cual Cristina dijo no necesitar de
ninguna medida, a la semana presentó un plan de contingencia, y luego
volvió a afirmar que el gobierno no necesitaba de ningún Plan B,
mientras podíamos ver a la Primera Mandataria promocionar calefones por
Cadena Nacional o anunciar, chocha de la vida, el Plan Canje de
Bicicletas. Por aquellos días nos informó que las burbujas no explotan,
sino que se derrumban y que por eso había crisis económica, porque el
mundo se derrumbó como una burbuja.
Y así, mientras Néstor destacaba la
lealtad de Daniel Scioli en contraposición a las actitudes de Julio
Cobos, 2008 resultó ser el último año que vivimos sin la existencia del
narcótico ideológico denominado 678. Tan distinto era todo que Luciano
Gallende y Daniel Tognetti laburaban para el grupo Clarín, en cuya
pantalla aún se podía ver a Televisión Registrada riéndose del gobierno.
Tan igual era todo que Néstor Kirchner agitaba contra todos los que
pensaban distinto del gobierno.
Viernes. Y pensar que todavía tenemos que escuchar a los funcionarios de Néstor decir que estas cosas, con Kirchner, no pasaban.
ENLACES/FUENTES:
http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/
http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-05-21-1305-contate-otro/
http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-05-23-1319-no-todo-se-debate/
http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-05-30-1341-la-decada-cambiada-parte-i/
http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-06-03-1353-la-decada-cambiada-parte-ii/
http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-06-05-1365-la-decada-cambiada-parte-iii/
http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-06-07-1369-la-decada-cambiada-parte-iv/
http://lapoliticanomuerde.blogspot.com.ar/
http://paintdance.blogspot.com.ar/
http://www.notiblog.com/category/maria-lujan-telpuk/
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